por Joaquín Múgica Díaz
Falta un mes para las elecciones generales. Poco tiempo para el desafío que tiene el peronismo de meterse en el balotaje y mucho para el momento en que una parte importante del electorado define a quién va a votar. A diferencia de la etapa previa a las PASO, el segundo tramo de la campaña es extenso. Para la política y para la gente.
El desgaste se evidencia en el monotema y en el búnker peronista tienen en claro que la mayor parte del electorado está agotada de los políticos. Sin embargo, existe la necesidad de seguir adelante sin tantos análisis. Marcar la agenda, mantener activo al peronismo en el territorio y disimular las diferencias.
A esta altura del proceso electoral en Unión por la Patria (UP) hay cierta tranquilidad sobre lo que viene. Creen que tendrán margen de acción para darle volumen a la candidatura de Massa y solidificar el segundo lugar. Ese es el objetivo a corto plazo. Nadie piensa en ganar las elecciones generales, sino en evitar que Javier Milei alcance un triunfo en primera vuelta y asegurarse una plaza en el balotaje.
Los números que manejan marcan un escenario positivo para ese objetivo. Lo colocan al ministro de Economía cercano a los 32 puntos, a ocho de distancia de Patricia Bullrich, la candidata de Juntos por el Cambio, que para el peronismo ya está fuera de carrera. Están seguros que las internas están carcomiendo la base de la coalición opositora y que la derrota terminará de fraccionar al espacio.
En el oficialismo celebraron la media de sanción de Ganancias y creen que es una medida clave en esta etapa de la campaña
Con esa idea que atraviesa a todo el oficialismo, la clave es lograr que el líder libertario no absorba tantos votos de Bullrich que lo lleven, en un impulso motorizado por el enojo y la necesidad de cambio, a sacar 10 puntos de distancia sobre Massa y así ganar los comicios el 22 de octubre.
Ese es el gran temor que hoy hay en las filas oficialistas, donde algunos dirigentes asumen que una carambola electoral los puede depositar en la Casa Rosada. Nadie niega que la inflación es altísima, que la gestión tiene un desgaste después de tantas internas y que Massa llegó a ponerse el traje de candidato con un importante porcentaje de imagen negativa en las encuestas y sentado en la silla eléctrica del ministerio de Economía.
Con esas particularidades, ganar la elección es doblemente difícil. Pero la aparición de un extremista como Mileik, sumado a la división del electorado opositor y el desgaste de Juntos por el Cambio por sus diferencias interminables, le permiten al peronismo pensar que si llegan al balotaje con el líder libertario, pondrán tener una chance clara de mostrar que son la opción política que más estabilidad puede brindar.
Hasta aquí en UP celebran el ordenamiento político que alcanzaron y lo contraponen con la anárquica campaña de Milei, con pocos voceros y una mínima estructura, y la desordenada campaña de Bullrich, carente de épica y de una unidad cerrada que impulse a todos los sectores de la coalición opositora a ser protagonistas de la batalla dialéctica de estos tiempos.
El peronismo ha logrado demostrar su capacidad de ordenamiento cuando el poder real está en juego y el suficiente pragmatismo para sellar las rajaduras de una estructura muy dañada. La interna quedó del lado de la oposición, luego de tres años de una guerra de acusaciones descontrolada e irresponsable que se desató entre el kirchnerismo y Alberto Fernández.
Hay internas encubiertas que la campaña y el liderazgo electoral de Massa pueden disimular. La más relevante es la que tiene a Axel Kicillof en el centro de la escena. Su idea de tocar “una nueva canción” generó resquemores, reproches y acusaciones puertas adentro de La Cámpora, donde la relación con el gobernador bonaerense es tensa y de desconfianza.
Cristina Kirchner reaparecerá en la escena política este sábado luego de dos meses de silencio
La discusión no está centrada en el pasado sino en el futuro. En la agrupación que conduce Máximo Kirchner entienden que esa nueva canción que el mandatario quiere tocar es con él como principal protagonista. Más allá de las especulaciones electorales del corto plazo, en el peronismo también trazan proyecciones sobre cómo se reorganizará el espacio desde el 10 de diciembre en adelante. Claro está, que será diferente si están al mando del gobierno o si quedan en el camino.
En esos escenarios posibles Kicillof queda en pie. Su reelección está encaminada y si existe una renovación del peronismo, él será uno de los actores principales. Las tesituras entorno al futuro inmediato desgataron – un poco más – una relación que ya lleva años de desencuentros, más allá del alineamiento que tanto el Gobernador como los principales dirigentes camporistas tienen respecto a la figura de Cristina Kirchner.
Quizás en base a ese ruido interno es que en la dirigencia peronista esperan que la presentación de la Vicepresidenta hoy en la UMET no dispare ninguna suspicacia sobre la derrota y los días por venir. Nadie sabe de qué va a hablar CFK, pero sí que sus palabras marcarán la agenda política. Siempre lo hacen. Algunos estiman que apuntará a la justicia federal por la reapertura de las causas Hotesur-Los Sauces. Otros que, sin nombrarlo, volverá a cargar contra Milei. Lo lógico. Eso es lo que esperan.
Para el ejército de dirigentes oficialistas la batería de medidas que presentó Massa en las últimas semanas les permitió tener la iniciativa de la discusión política y electoral de las últimas dos semanas, y mostrar un gobierno activo detrás de la figura del ministro de Economía. En el peronismo sienten que dejaron definitivamente atrás el shock que les había generado la derrota en las elecciones primarias.
Las derrotas del peronismo en las provincias es un eje de preocupación para el oficialismo de cara a las elecciones nacionales
“Las PASO fueron un llamado de atención. La gente está desganada y cansada. Todas las medidas de Sergio nos subieron al ring otra vez. La última del impuesto a las ganancias generó un golpe de efecto. Mientras tanto, Juntos por el Cambio se parte en mil pedazos”, fue el análisis de uno de los ministros del gabinete nacional.
El proyecto para reducir el universo de trabajadores abarcados por el impuesto a las ganancias le permitió a Massa lograr la unidad de todo el movimiento sindical detrás suyo. Sin fisuras y sin reproches. En un rompecabezas difícil de construir como el del peronismo, la unión de cada pieza es clave para mostrar la unificación de criterios y de voluntades detrás de un proyecto político.
La contracara de esa unidad y del efecto de las medidas – que aún desconocen cuánto influirán electoramente en el momento de la votación – son los resultados en las provincias. La dura derrota de Jorge “Coqui” Capitanich en Chaco generó preocupación en el peronismo, más allá de que la línea de pensamiento más grande indica que lo que suceda en las provincias no irá de la mano con lo que pase a nivel nacional en octubre.
Este domingo el peronismo ya tiene una derrota asegurada en Mendoza. En tres semanas habrá perdido tres elecciones locales. Ya perdió la gobernación de Santa Fe y Chaco, y mañana recibirá un nuevo golpe cuando terminen los comicios cuyanos en los que Alfredo Cornejo y Omar De Marchi compiten por llegar al poder. Sin embargo, en el búnker de campaña aseguran que las elecciones locales “son una realidad distinta” a la nacional.
Sergio Massa logró que las distintas vertientes del peronismo se unifiquen detrás de su candidatura (Agencia Télam)
La semana que viene Massa protagonizará, junto a Kicillof, un gran acto en Ensenada, que es coordinado por los intendentes bonaerenses más cercanos al kirchnerismo. La idea es reflejar el apoyo que recibió en Tucumán de parte de los gobernadores pero en el conurbano. Parte de una estrategia para construir un marco de contención a la candidatura del ministro de Economía.
Para lo que queda de campaña Massa planea seguir presentando medidas y exponer propuestas para aplicar en un futuro gobierno. Confrontar con Milei y tratar de mostrar las debilidades de una posible gestión libertaria. Desarticular sus propuestas, sembrar disimuladamente el temor y mostrarlo como parte de un futuro inviable para la Argentina.
El candidato presidencial de UP está jugando un balotaje anticipado con el líder de La Libertad Avanza (LLA). Es un pelea de boxeo en la que sabe que no hay posibilidades de noquearlo. La única opción es ganar por puntos. ¿Bullrich? En el peronismo creen que está fuera de juego. Parece apresurado, pero se basan en los números. Todo lo que pueda subir en las encuestas, se lo tiene que restar a Milei, que está montado al caballo ganador.
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