por Guillermo Berto
La autopsia psicológica realizada al soldado Pablo Gabriel Jesús Córdoba (21) sumó otra prueba científica al enorme cúmulo de evidencias que descartan la hipótesis del suicidio. La madre de la víctima, Natalia Uribe, dijo que «cualquier juez puede ver a través de todas las pruebas que se han ido produciendo que a mi hijo lo mataron», y exigió que cambie la carátula a «homicidio».
El resultado de la autopsia psicológica se incorporó en los últimos días al expediente que maneja el juez federal subrogante de Zapala, Hugo Greca. Fue una medida solicitada por el propio magistrado, la llevó adelante una licenciada en psicología de Gendarmería Nacional experta en la materia.
En sus conclusiones, afirmó que los rasgos caracterológicos del soldado «indicarían una personalidad con una conducta entusiasta, sociable, alegre, con estabilidad emocional durante los meses previos a su muerte».
«Es posible deducir que no se cumpliría con los indicadores de conducta suicida o de autolesión, ya que no se evidenciaron sentimientos de desesperanza hacia el futuro; ni una conducta hostil para sí mismo», dice el informe que firma la alférez Silvana Natalia Bloise, licenciada en Psicología, integrante de la División Medicina Legal, perteneciente a la Dirección de Criminalística y Estudios Forenses de Gendarmería Nacional Argentina.
Las conclusiones coincide con lo que declararon algunos testigos. Horas antes de morir, Pablo estaba organizando un asado para el día siguiente porque habían cobrado el sueldo, y se había comprado ropa para asistir a la fiesta por el Día del Soldado prevista para el viernes siguiente.
El juez pidió una ampliación
Insólitamente, el juez no quedó conforme con las conclusiones y le pidió a la perito una ampliación del informe. Es lo mismo que sucedió con la autopsia en el cadáver: le solicitó a la Corte Suprema de Justicia de la Nación que la haga de nuevo, porque los forenses de Neuquén descartaron la hipótesis del suicidio.
La Corte Suprema ya le respondió que no hará una reautopsia del cuerpo.
«No puedo creer que estemos sujetos a este necio que no quiere ver la realidad», dijo Natalia Uribe a diario RÍO NEGRO. «Parece que él tenía toda la esperanza puesta en que la autopsia psicológica le diera un manto de duda».
«Duda de la gente que puso él»
Sin embargo, «todas las pruebas científicas, realizadas por gente idónea, que sabe del tema, que eligió él, no gente que pusimos nosotros, está abonando nuestra teoría. A mi hijo lo mataron», agregó.
«Tenemos que seguir lidiando con este juez que pone en duda el trabajo de sus propios peritos», dijo.
Anticipó que a través de su abogado, Maximiliano Orpianessi, pedirán una vez más el cambio de carátula: de «muerte dudosa» a «homicidio».
«Esto es agotador»
«Este juez desempeña su función muy mal, es agotador todo esto. Como dijimos en una oportunidad, estamos peleando contra el Ejército y contra el juez», reiteró.
Natalia dijo que el resultado de la autopsia psicológica «nos remueve un montón de cosas. Es muy doloroso que le hicieron y le siguen haciendo esto a una persona bien educada, atento, alegre, compañero. Tenía voluntad, proyectos, todos lo dicen».
«Yo esperaba que quien hizo la autopsia psicológica sea una persona objetiva, y me emociona, ella (la perito) pudo captar toda la esencia de Pablo».
Natalia afirmó que «yo estaba convencida de que cuando llegara tal resultado de esta pericia el juez iba a sincerar la investigación, y no lo hace, y cuestiona los resultados. Lo que hace el juez te desmorona».
«Pretendemos que sincere la investigación o que se aparte, si no puede seguir por algún motivo. Cualquier juez en su lugar vería a través de todas las pruebas que se han ido produciendo, que a mi hijo lo mataron».
Los puntos salientes del caso
Pablo apareció con dos disparos en la cabeza mientras cumplía guardia en el Grupo de Artillería 16, el 1 de junio pasado a las 6 de la mañana.
Los forenses determinaron que cada uno de los disparos tuvo entidad suficiente para causarle la muerte, y que cualquiera haya sido el primero, le impidió realizar movimientos voluntarios.
No se sabe el calibre de los proyectiles.
El fusil no tenía huellas. Algunos testigos dicen que estaba sobre el cuerpo de Pablo, y otros al costado. El cargador fue hallado fuera de su lugar, y las pericias demostraron que no se sale por accidente.
En las manos del soldado no hay pólvora. En su cuerpo no hay rastros de alcohol, drogas ni medicamentos.
Las vainas del cargador fueron apareciendo en sucesivos rastrillajes, una de ellas 30 días después debajo de un tronco.
La escena del crimen no fue preservada, el personal de la Policía Federal que intervino en las primeras horas no tenía conocimientos de Criminalística, y el juez hizo una inspección ocular más de 30 días después, y en un horario distinto al del hecho.
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